Isla, me he dado cuenta con los años que se a perdido la gracia
que tenía la Isla y este personaje que a desaparecido, y todo
tiene una explicación hoy la Isla al ser una ciudad dormitorio nadie
nos conocemos eso si para criticarnos somos los mejores, yo
recuerdo tantísimos personajes que han desaparecido que ya
somos pocos los que nos acordamos que al final pasaran al
olvido en una Isla hipócrita que te miran de reojo y los conoce de
toda la vida y se creen superior a los demás y muchos tienen
telarañas en el frigorífico y no comen pero si critican y así nos
va, gracias.
Al sacerdote José Anelo Fecho difícilmente se le puede olvidar
pues dejó una huella imborrable en La Isla. Aquellos que
pasamos del medio siglo lo recordamos como un hombre
menudo, sencillo, simpático, dicharachero y trabajador
incansable, más conocido por Don José, su nombre de pila o por
el sobrenombre de padre << Grillito >> cariñoso apodo que se
ganó por su baja estatura y por ir siempre vestido con la sotana
negra. Este recordado clérigo nació en esta ciudad de San
Fernando cuando finalizaba el siglo XIX , un 3 de Septiembre
de 1899. Al concluir la enseñanza `primaria, ingresó en el
seminario ordenándose sacerdote el 19 de Diciembre del año
1925, en el Palacio Episcopal de la Diócesis Cádiz-Ceuta por
Comenzó su carrera capellán del convento de las Capuchinas.
Adscrito a la iglesia Mayor Parroquial, oficiaba siempre la misa
de 12 en este templo, donde se le solía ver en el atrio, con su
sotana llena de lamparones y las manos metidas en los bolsillos,
no cortándose un pelo en desabrocharse la sotana por el cuello
los días de mucho calor, que más bien parecía un legionario
que un cura. Era capellán del asilo de San José desde 1964.
Asistía a la mayoría de los entierros y se le veía en el pescante
del coche fúnebre al lado del cochero, cuando las carrozas
funerarias iban tiradas por caballos; después del entierro se
cambiaba de ropa en la farmacia Sarriá. Además de a sus tareas
religiosas, se dedicaba a cultivar una pequeña huerta que
poseía en la zona del Carmen donde tenía una vaca. Cuando sus
ocupaciones sacerdotales se lo permitían, allí se iba y,
remangándose la sotana, cogía la zoleta y empezaba a labrar
el sembrado y a ordeñar a la vaca. La leche que obtenía la
llevaba en bicicleta a un notario de la ciudad.
POR FAVOR PONER COMENTARIOS SOLO EN LA 2ª PARTE
Muchas gracias por el articulo
ResponderEliminarNo coinciden estos testimonios con los que yo viví.
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