domingo, 16 de junio de 2013

EL PADRE " GRILLITO " 1ª PARTE

Queridos internautas hoy voy a escribir sobre un personaje de la 
Isla, me he dado cuenta con los años que se a perdido la gracia
que tenía la Isla y este personaje que a desaparecido, y todo 
tiene una explicación hoy la Isla al ser una ciudad dormitorio nadie
nos conocemos eso si para criticarnos somos los mejores, yo 
recuerdo tantísimos personajes que han desaparecido que ya 
somos pocos los que nos acordamos que al final pasaran al 
olvido en una Isla hipócrita que te miran de reojo y los conoce de
toda la vida y se creen superior a los demás y muchos tienen 
telarañas en el frigorífico y no comen pero si critican y así nos
va, gracias.
Al sacerdote José Anelo Fecho difícilmente se le puede olvidar 
 pues dejó una huella imborrable en La Isla. Aquellos que 
pasamos del medio siglo lo recordamos como un hombre 
menudo, sencillo, simpático, dicharachero y trabajador 
incansable, más conocido por Don José, su nombre de pila o por 
el sobrenombre de padre << Grillito >> cariñoso apodo que se 
ganó por su baja estatura y por ir siempre vestido con la sotana 
negra. Este recordado clérigo nació en esta ciudad de San 
Fernando cuando finalizaba el siglo XIX , un 3 de Septiembre 
de 1899. Al concluir la enseñanza `primaria, ingresó en el 
seminario ordenándose sacerdote el 19 de Diciembre del año 
1925, en el Palacio Episcopal de la Diócesis Cádiz-Ceuta por
un obispo dimisionario al estar la sede episcopal vacante. 
Comenzó su carrera capellán del convento de las Capuchinas.
Adscrito a la iglesia Mayor Parroquial, oficiaba siempre la misa
de 12 en este templo, donde se le solía ver en el atrio, con su 
sotana llena de lamparones y las manos metidas en los bolsillos,
no cortándose un pelo en desabrocharse la sotana por el cuello
los días de mucho calor, que más bien parecía un legionario 
que un cura. Era capellán del asilo de San José desde 1964.
Asistía a la mayoría de los entierros y se le veía en el pescante
del coche fúnebre al lado del cochero, cuando las carrozas 
funerarias iban tiradas por caballos; después del entierro se 
cambiaba de ropa en la farmacia Sarriá. Además de a sus tareas
religiosas, se dedicaba a cultivar una pequeña huerta que 
poseía en la zona del Carmen donde tenía una vaca. Cuando sus
ocupaciones sacerdotales se lo permitían, allí se iba y, 
remangándose la sotana, cogía la zoleta y empezaba a labrar 
el sembrado y a ordeñar a la vaca. La leche que obtenía la 
llevaba en bicicleta a un notario de la ciudad.
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