AÑORANZA DE UN PASADO
Queridos internautas hoy voy a escribir sobre una época de los años 60 ya escribí sobre los cines de la Isla, hoy es sobre la vida cotidiana de un Domingo de un niño que fue muy feliz en esa época, gracias.
El Domingo te levantaba temprano porque tenía que ir a Misa obligado esto hizo que hubiera tantos Ateo, no se puede obligar a un niño a confesarse sin tener pecado, llegaba la hora del almuerzo y al cine infante en el Teatro las Cortes, en el infante se cambiaba TBO cuando terminaba el cine en la calle San Rafael frente a Matute y en la esquina con la perla había una pequeña Confitería que vendía una cuña que yo no lo he visto más grande en mi vida, llegaba a casa con los TBO más feliz no podía y esto era un Domingo de un niño de los años 60 en la Isla. En la Isla los Domingo siempre había estreno y las colas era grande lo habitual era guardar, sobre todo colas formadas ante taquillas para adquirir las entradas que nos permitían pasar a ver las superproducciones de Hollywood y alguna que otra producción española con los actores y actrices de moda del momento. Después de una larga espera, se llegaba a la ansiada taquilla y, naturalmente, deseábamos conseguir una buena localidad, por eso pedíamos : " dame dos del centro de la parte de atrás ", ya que si te tocaba sentarte en las primeras filas se podía padecer de tortícolis y quedarte varios días fuera de combate, y en los laterales, te podías marear, pues el ángulo de visión no era el adecuado y las imágenes se veían distorsionadas. Los jueves, los viernes y los sábados Santos cerraban los cines, hasta el Domingo de Resurrección que se abrían nuevamente las salas con el estreno de una superproducción acogida con gran regocijo por el público. Antiguamente en las salas de cines el que hacía el Agosto era el concesionario de las cantinas, no por la venta de caramelos, bombones o chocolatinas que eran los productos permitidos dentro de la sala, sino por los vasos de agua que expendía. El concesionario de las cantinas de todas las salas de cine que obtenía pingües beneficios vendiendo el vaso de agua a diez céntimos de peseta y sacaba alrededor de cinco mil vasos de un metro cúbico de agua. Ganaba casi las quinientas pesetas por metro cúbico, cuando en realidad el metro cúbico de agua se lo facturaban los Servicios Municipales a escaso coste.
artista como me has recordado mi niñez es verdad todo lo que pones por lo menos yo me siento identificada
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