LA RADIO 1ª PARTE

Queridos lectores este es un artículo de añoranza, estando 
en Cádiz  entre en un patio a saludar a una persona mayor 
que todavía se cree que el ordenador es una radio, estaba 
escuchando la radio de mi amigo Pepe radio la voz de San 
Vicente, y me hizo recordar una época de los Españoles que 
en las casas tenían un sitio privilegiado la radio.Me recordó 
cuando era niño y vi la imagen de muchos familiares y 
vecinos que ya no están con nosotros, cuando se sentaban 
a escuchar las novelas, y el parte Nacional de las 3- y los 
inviernos con la copa de picón, me fui a buscar un libro que 
hablara de la radio antigua después de tanto buscar encontré 
uno pero como esto es un blog lo he reducido esto también 
es historia de la Isla por eso lo voy a poner en historia, 2 
días buscando una radio de la época que ya nada más que 
la tienen los coleccionista para hacerle una foto, gracias 
espero que le guste para mi es un artículo sentimental.

Las ventas de aparatos de radio aumentaron cuando el
Gobierno dispuso que éstos estuvieran exentos de pagar
impuesto de lujo, gravamen que se encontró vigente
durante los primeros años de la postguerra.
No había muchas opciones para elegir marca, la más popular
entonces era Telefunken, de la que en la publicidad era
destacada su fabricación Alemana, su " mejor sonido ",
" mejor precio " y " mejor construcción ".A cierta distancia le
seguía Philips, firma que lograría implantarse a mediados de
los 50. Aquellos aparatos iban dotados de lámparas, una
vez conectados era necesario aguardar unos segundos " para
que se calentaran " y pudieran ser sintonizados. En los `
primeros años no era posible obtener una correcta recepción
del sonido si no se disponía de una antena conectada al
aparato ; estas antenas se instalaban en las azoteas o
terrazas y consistían en un simple hilo de cobre sostenido
entre 2 pequeños postes de madera o 2 delgados tubos
metálicos pero, en todo caso, aislado de estos, y desde el
que era conducida la toma de antena. El aparato de radio
era uno de los objetos más apreciados y mejor tratado en
los hogares españoles, se le situaba en un lugar exclusivo
para él, generalmente sobre una mesa pequeña, un velador,
una repisa expresamente instalada para él, o un costurero ;
a veces, compartía espacio- las menos- en una cómoda o
un aparador pero, en cualquier caso, siempre gozaba de
especial cuido, limpieza de polvo y protección de golpes y
humedad.